La potente respuesta de la UE a la invasión de Ucrania ha puesto sobre la mesa el concepto de “Europa geopolítica”, que viene a significar la determinación de la Unión de ejercer a partir de ahora un papel más fuerte y propio en la escena global y sus conflictos.
De hecho, la activación del Instrumento Europeo para la Paz a fin de comprar armamento para Ucrania se ha situado comprensiblemente ante la opinión pública como la decisión más representativa de la voluntad geopolítica comunitaria, por su novedad y la determinación del mensaje que conlleva.
Sin embargo, son las sanciones acordadas por el Consejo de la UE las que están llamadas a tener un mayor impacto a fin de restablecer el derecho internacional y parar la guerra.
Siempre se ha dicho que la UE es un poder global civil relevante. El hecho de comprar armamento para un país agredido no desnaturaliza ese concepto, porque la Unión no tiene la vocación de convertirse en una potencia militar, pero sí la posibilidad de activar todas las herramientas a su alcance como una unión de valores para garantizar derechos.
Probablemente, quienes han decidido invadir Ucrania, provocando una guerra, han subestimado la voluntad política y el enorme peso global de la UE, guiándose por lógicas antiguas que cifran la potencia de un país (o grupo de países) en su poderío militar: el “poder duro”.
No han prestado atención a varios factores que han hecho de la UE un ineludible poder global relevante. Repasemos algunos de ellos:
- Más allá del tópico sobre la decadencia europea, la UE es con diferencia la primera potencia económica y comercial del mundo, con un extraordinario poder normativo global.
- La pandemia y la crisis no la han debilitado, sino impulsado a tomar decisiones que han profundizado su unidad en todos los terrenos y activado una política económica expansiva que, precisamente, permite absorber con mayor facilidad el inevitable coste de las sanciones para quien las impone. Unidad, por cierto, a la que también contribuyó la negociación del abandono de la Unión por el Reino Unido.
- Sumemos a ello que, aun estando a debate, la UE lleva meses discutiendo su “brújula estratégica”, con grandes estrategias que la guerra en Ucrania ha terminado activando anticipadamente.
- Y, por último, pero no menos importante, la Unión se ha ido dotando de competencias, instituciones y procedimientos que le permiten actuar en tiempo y forma. Valga como claro ejemplo que el artículo 215 del Tratado de Funcionamiento de la UE, que es la base jurídica para la decisión de sanciones (medidas restrictivas en el Tratado), existe porque así lo redactó la Convención en la Constitución Europea en 2003, siendo mantenido luego de forma íntegra por la Conferencia Intergubernamental que aprobó el Tratado de Lisboa, hoy en vigor.
Es previsible que todo lo que está ocurriendo en estas horas tan oscuras contribuya sensiblemente hacia la culminación de una unión política federal, que no es una disquisición político-filosófica, sino una necesidad urgente.
Cuando un español, Josep Borrell, está liderando como Alto Representante para la Política Exterior una respuesta europea encaminada a defender el derecho y los derechos, debemos recordar que nuestro país presidirá el Consejo de la Unión durante el segundo semestre de 2023.
Quizás entonces nos corresponda gestionar un adicional perfeccionamiento del edificio constitucional de la UE si queremos que todos sepan que la Europa unida está dispuesta a ejercer todavía más como un poder global con el que contar para que el Planeta no vuelva al pasado, sino que encare el presente y el futuro con un orden internacional de paz, seguridad y cooperación. Estemos atentos en ese sentido a las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa.
Un presente y un futuro de la UE en el que lo público y lo privado, sobre la base de una relación de continua y transparente colaboración para alcanzar objetivos comunes, están llamados a ser fundamentales.
Carlos Carnero, Senior Advisor en Vinces